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Descripción

La presencia dominante de este bosque en Navarra se da en los fondos del valle (la Sakana), pero en ocasiones se observan manchas puntuales disgregadas, llegando a verse algún marojal en los valles de rodean la Sierra de Aralar. A los marojales les gustan las zonas con clima suave y suelos pobres, sobretodo forman bosques jóvenes, con ejemplares de tronco fino, si bien en ocasiones suelen verse ejemplares puntuales maduros de cierto porte. La forma del marojal lo definen por un lado su biología, a la que hay que añadir un factor humano que lo ha acentuado, la silvicultura. Ya que forman estolones, y de un mismo tocón pueden nacer diversos árboles, que crecen formando un arbolado denso. Con el tiempo la mayor parte de troncos mueren quedando en pie únicamente un ejemplar que copa la zona. En los marojales resulta difícil encontrar ejemplares con troncos anchos, ya que esta formación forestal ha sido gestionada por el ser humano para la obtención de madera.

Especie representante

El marojo (Quercus pyrenaica) es un árbol caducifolio marcescente. De hoja simples y lobulada, pero los lóbulos son más marcados que los del roble pedunculado. Los bordes son lisos. Cuando son jóvenes los tomentos son compactos; y al madurar, el tomento lo mantiene en el envés de la hoja, muy peluda. Es una planta monoica. Las flores macho se juntan en gerbas, y suelen ser verde amarillentas. Las hembras en cambio suelen ser marrones. El fruto es la bellota, que tienen una cubierta pelosa.

Especies acompañantes

Tipo de marojal en el valle de Larraun y alrededores

Existe una única formación de esta especie en el valle de Larraun.

a) Marojal cantábrico

Elementos del paisaje cultural ligados al marojal

Los árboles trasmochos se denominan a los árboles que se podan de forma periódica cortando por fases algunas de sus ramas (en ocasiones bastantes de ellas), los cortes se efectúan a cierta altura con el fin de que el ganado no pueda alimentarse de los nuevos brotes. Sobretodo se trasmochan las hayas, pero tanto robles como otras especies de árboles caducifolios como el marojo también han sido gestionadas de la misma forma. Ésta ha sido una técnica empleada por labradores de distintos países para la obtención de madera, combustible y alimento para el ganado, sin dar muerte al árbol. Estos árboles han sido elementos identificativos del paisaje agrícola, al tiempo que forman parte de la cultura del pueblo. En cuanto a edad, estos árboles suelen ser muy viejos, y disponen de oquedades para el refugio de fauna y de madera muerta, por lo tanto se constituyen como un elemento de los agroecosistemas que añade valor desde el punto de vista ecológico.

Las técnicas tradicionales empleadas para la gestión y/o protección de los árboles trasmochos se acaban de declarar Patrimonio Inmaterial de la Cultura. Está relacionada con la etnobotánica, forma parte del paisaje-cultural, conocimiento de la naturaleza, arquitectura tradicional y las técnicas de gestión/conservación, están relacionadas con técnicas artesanales que forman parte de la tradición. Esta técnica ha sido transmitida generación tras generación, y ha sabido adaptarse a los cambios sociales y técnicos. Sin embargo estos árboles tienen algunas amenazas, la despoblación de los pueblos pequeños por un lado, y también que algunos ejemplares no se han podado desde hace años, presentando un alto riesgo de partirse, y con el tiempo morir. La gestión periódica es necesaria, en este caso la poda, pero en ocasiones resulta dificultoso, porque exige unas prácticas de gestión correctas y muy concretas. Se debería disponer de unas pautas de gestión claras para una correcta gestión, pero en ocasiones resulta difícil, porque existe una falta de conocimiento o mejor dicho de transmisión de conocimiento sobre el modo correcto de gestión de dichos árboles, y lo más difícil, los resultados de las podas se observarán a años visto pudiendo en algún caso dañar de forma irreversible al ejemplar.

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